
Por fin tras 3/4 horas de calvario, termina el espectáculo, la anfitriona nos anuncia que un refrigerio nos espera en el bar improvisado, nos acercamos y todo parece apetitoso, vamos probando suculentas y múltiples frivolidades, cuando de repente, reparo en que el rostro de mi amiga está desencajado, la veo consternada, un hombre ha derramado en su chaqueta de ante su vaso de vino, es una catástrofe... las manchas de vino no se van, aunque éste me aparece tan malo que con algo de agua fría seguro que la chaqueta quedará como nueva, así se lo indico a mi acompañante quién corre rauda y veloz al aseo a fin de reparar el incidente.
Tras deliberar con el responsable del vino derramado, consigue su teléfono a fin de informarle del importe de la factura de la tintorería que abonará según promete, menos mal que el susodicho tiene algo de educación...
En el semblante de Olimpia se leen todo tipo de sentimientos, rabia, disgusto, tristeza, la saco de aquel antro rápidamente intentando distraerla, aún así en vano, murmura con voz apenas audible -" seguro que me habrá dado un número de teléfono falso, estaba medio borracho, no me fío nada, y si la mancha no desaparece... "- su mente no paraba de elaborar consecuencias funestas relativas a la mancha de vino, supuestamente imborrable.
Sé por experiencia propia, que la mejor actitud al presenciar un hecho de esta índole es el silencio, pues aquel que acaba de sufrirlo ni oye, ni atiende a razones. Algo más tarde decido provocar una situación a fin de que se desahogue y luego trato de razonarla, en unos instantes está hecha un mar de lágrimas, en fin calmada, le explico que su malestar tan sólo es debido al apego a su chaqueta.
Cuando surgen ese tipo de situaciones es cuando vemos claro lo apegados que estamos a los bienes materiales y ello nos convierte en sus esclavos, dándonos un sufrimiento innecesario. En la vida todo pasa, lo aconsejable cuando nos ocurre algo desagradable es pasar rápidamente a realizar una actividad placentera y no quedarse atrapados en ese sentimiento devastador y negativo que invade nuestra mente, es totalmente toxico no solo para nosotros sino también para nuestro alrededor, emitimos vibraciones de baja calidad que contaminan el entorno.
Ni que deciros que al día siguiente, Olimpia quedó totalmente calmada, obviamente su chaqueta no sufrió ningún daño irreparable, aún así aquel desagradable contratiempo le permitió identificar un sentimiento negativo y vano, con lo cual dio un paso adelante hacía un estado de conciencia más elevado, se liberó por un momento de un lastre como lo suele ser el apego, entendiendo cuan inútil e absurda fue su actitud, causándole un dolor momentáneo, echando a perder una tarde que prometía ser rica a todos los niveles.
No hay mal que por bien no venga, cualquier situación favorece nuestra evolución espiritual, vivir para entender, lograr una mente más despejada en pro de una mejor calidad de vida, es aquello que debe reflejar la mirada de una persona positiva, resolutiva y fuerte, mirando el futuro con fe y esperanza.
IRINA
1 comentario:
Una vez mas al leer tus escritos parece que estemos in situ con vosotras, es un relato muy claro y anécdotico, una gozada para los lectores...Tu hijita Val
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